lo que opina la mujer del taxista

Para la mujer del tachero la protesta no tiene sentido Alejandra Oberto dijo en declaraciones a Radio 2 que "todo esto es una falta de respeto para alguien que murió injustamente". Además, aseguró que ninguna autoridad se contactó con la familia para acompañarla en este doloroso momento "No puedo pedir nada, sólo que me acompañen", dijo en declaraciones a Diez Puntos de Radio 2, Alejandra, la mujer de Sergio Oberto, el chofer de taxi asesinado esta madrugada en la zona norte de la ciudad en medio de un intento de robo. Con notorio dolor Alejandra Oberto prefirió pedir que no los dejen solos y señaló que hasta el momento nadie se comunicó con ellos para solidarizarse con la tragedia que la familia está viviendo. "Nadie se contactó con nosotros y recién me entero por los medios que el cuerpo de mi marido está liberado y que lo podemos ir a retirar para velarlo", dijo la esposa del tachero asesinado. Ni las autoridades municipales ni los miembros del sindicato de peones de taxi se habían acercado a su vivienda para acompañar a toda su familia. Acerca del paro de los tacheros y del reclamo que incluye cortes de calles, la mujer dijo que la protesta no tiene ningún sentido. "Todos gritan y se pelean entre ellos como veia a la madrugada en el lugar donde pasó todo. Y es una falta de respeto para alguien que murio injustamente como Sergio", dijo la mujer. Alejandra tiene 48 años y dos hijos, Marcelo de 24 y Geraldine de 19. Es maestra y trabaja en la escuela Nº 1615 del barrio La Cerámica y la Nº 1612 de Cristalería. "Trato de cumplir con el legado que me dieron mis padres y los de Sergio que nos criaroncon la cultura del trabajo y sobre todo de la educación. Somos cristianos, creemos en Dios y en la Justicia divina", concluyó la mujer. Sin embargo, reconoció que aún no tiene palabras para explicarle a sus hijos que no volverán a ver a su papá. Minutos antes en declaraciones a Tempranísimo la hija adolescente del chofer asesinado sintetizó su tristeza con una sóla frase: "Nadie me devuelve a mi papá ni a mi cabeza